Aunque las tarjetas de crédito y débito son casi indispensables como una forma de pago en todos los comercios, sino cuenta con una, existe la opción de tarjetas prepagadas.
Éstas son una buena alternativa para las personas que desconfían de los créditos y plásticos tradicionales, que no pueden acceder a un crédito ya sea por pertenecer a la economía informal o porque no cumplen con los requisitos para obtener una, o bien, aquellos que simplemente están interesados en las compras online.
De acuerdo con cifras de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, hasta el primer trimestre del 2017 se registraron 24 millones 641,725 tarjetas de crédito en nuestro país.
A pesar de que este tipo de productos son más asociados a plásticos de regalo en establecimientos específicos como librerías, tiendas de disco o departamentales, las tarjetas de prepago son una gran alternativa debido a que son fáciles de obtener y se pueden utilizar en la mayoría de los comercios y por internet.
La Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef) define las tarjetas de prepago como plásticos que contienen un microchip incorporado en donde se carga una determinada cantidad de dinero, normalmente un monto no muy elevado para efectuar cualquier tipo de compra.
Conforme se va utilizando, el saldo se va gastando con la posibilidad de ser recargado nuevamente para tener acceso a más fondos, o bien, se desecha la tarjeta. Lo anterior sirve como mecanismo de control, ya que es el usuario quien determina el monto límite a disponer.
La diferencia entre una tarjeta de prepago y una de crédito y débito es que el dinero sí es del usuario, mientras que con la de crédito el capital es del banco y, en el caso de la de débito, está asociada a una cuenta de depósito o de cheques.
Una de las ventajas de este tipo de productos es que evita la identificación del usuario y el acceso obligatorio a una cuenta bancaria o un crédito para verificar la disponibilidad de fondos.
Las limitantes con este tipo de productos es que no se pueden utilizar como referencia para solicitar un crédito, no ayudan a generar historial crediticio, el usuario no recibe recompensas por las compras realizadas, tampoco se puede domiciliar el pago de servicios, tales como luz, agua o teléfono, ni acceder a promociones como meses sin intereses o realizar transferencias a otras cuentas.
La firma mexicana Kardmatch explica que existen dos niveles de este tipo de productos, el primero en donde no se requieren los datos del usuario para ser tramitadas, se pueden usar en todos los establecimientos que cuenten con una terminal punto de venta, se le pueden hacer depósitos de 4,605 pesos mensuales y el saldo máximo a tener es de 6,140 pesos.
Mientras que en el segundo nivel sí se piden los datos del usuario para que aparezcan en el plástico, también se pueden usar en cualquier establecimiento con una terminal, realizar compras por internet, usarse para viajes en el extranjero, retirar en cajeros automáticos y sacar tarjetas adicionales con acceso a los mismos fondos. El saldo que se puede tener en este nivel no debe exceder los 18,420 pesos mensuales, de acuerdo con cifras emitidas por el Banco de México.
Actualmente, existen diferentes productos en nuestro país en la modalidad de prepago de instituciones como Citibanamex, BBVA Bancomer, Banorte, Broxel, Albo, Weex y Flink. Incluso las firmas internacionales Visa y MasterCard cuentan con este tipo de productos, la diferencia es que sus tarjetas están más destinadas a comprobación de viáticos de los empleados en casos de viajes y no como un instrumento financiero personal.
En caso de tener problemas con este tipo de pagos, la Condusef apoya al usuario si la tarjeta fue emitida por una entidad financiera; en caso de que el emisor de la tarjeta sea una empresa comercial, la Procuraduría Federal del Consumidor es quien puede atenderle.
Apoyo para diferentes segmentos
En México, el uso de este tipo de plásticos tiene la finalidad de llegar a segmentos no bancarizados para tratar de incluirlos en los diferentes medios de pago que existen en el mercado y como una solución para acercar a diferentes sectores, explicó Joel Cortés, CEO de Kardmatch.
“Aquí la ventaja para estos productos es que es para ese segmento que no tiene una cuenta bancaria (…) una de las cosas más importantes es que una de las opciones o de las configuraciones de este tipo de productos no necesita ser personalizada, no se relaciona con una persona en específico, esto crea un poco de anonimato, así como especificaciones en el pago de impuestos, sobre todo de (ayuda) la economía informal”, comentó.
Indicó que las tarjetas de prepago están completamente orientadas a dos usuarios en particular: a los jóvenes de 18 a 25 años que las usan para compras online y que aún no pueden acceder a una cuenta bancaria y en segundo a personas dedicadas a la economía informal, aunque esto último muchos bancos no lo reconozcan abiertamente.
Respecto a las desventajas de este tipo de plásticos, Cortés destacó que, al igual que cualquier otra tarjeta, la institución que la emita cobra comisiones por disponer del dinero y del uso de la misma.
Afirmó que incluso las fintech están innovando en cuestión de cómo obtener esta forma de pago y los bancos están usando las tiendas de conveniencia para distribuirlas, incluso abriendo la opción de tramitar una desde cualquier computadora con internet.
Vía El Economista
28-10-2018