Un nivel moderado de inflación podría incentivar el recorte de la tasa de interés de referencia, sin embargo, esta acción sería aún insuficiente para repercutir positivamente en el crecimiento económico del país.
Especialistas coincidieron en que el fenómeno ocurrido en previas administraciones está repitiéndose: se cumplen las metas inflacionarias, pero siguen siendo insuficientes para influir positivamente en el crecimiento económico.
A la primera mitad de julio del 2019 la tasa de inflación anual se colocó en 3.84% a escala nacional, su nivel más moderado en dos años y medio (desde diciembre del 2016 no se tenía un resultado mejor). En contraparte, la economía mexicana registró su peor crecimiento económico anual durante el primer trimestre del año, con un aumento del PIB de apenas 0.1 por ciento.
“La estabilidad de precios debería ser una consecuencia del crecimiento económico”, dijo la Doctora Eufemia Basilio Morales, especialista del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México). Enfatizó que no debería mantenerse en esta gestión la idea de estabilizar precios y esperar a que la expansión económica llegue después.
Durante enero del 2010 y diciembre del 2016, entre las gestiones de Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto la tasa promedio de inflación anual se ubicó en 3.6%, dentro de la banda objetivo del Banco de México (3+/- un punto porcentual). Sin embargo, la expansión económica fue cada vez más modesta: durante los primeros trimestres del 2010 y 2011 se alcanzaron crecimientos de hasta 5%, que disminuyeron hasta niveles inferiores al 1 por ciento.
El estado de desaceleración económica que enfrenta el país nos obliga a no asumir que alcanzando metas inflacionarias la economía se encuentra por buen camino, aseguró la doctora Basilio Morales.
La moderación inflacionaria ofrece la posibilidad de un mayor control de las variables monetarias, especialmente podría incentivar al Banco de México a recortar la tasa de interés, pero “este recorte todavía podría ser insuficiente para provocar una disminución importante en los costos de los créditos, tanto para el consumo como para el empresarial”, dijo a El Economista Héctor Magaña Rodríguez, coordinador del Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Tecnológico de Monterrey.
Además de que este ajuste en la tasa de interés no se puede dar por hecho ya que se deben considerar otros factores como la evolución del tipo de cambio, en donde una depreciación significativa podría acarrear nuevamente problemas inflacionarios.
En general, la estabilización en el nivel de precios más estable es una buena señal para las variables monetarias, pero sigue siendo insuficiente para que, al menos en el corto plazo, pueda influir en el comportamiento general económico debido a que existen otros elementos internos y externos que deben resolverse para abandonar el estado de desaceleración económica en el que se encuentra México, dijo el analista del CIEN.
¿Por qué hay una desaceleración inflacionaria?
Una de las medidas que provocó estos resultados en la inflación fue la decisión del Banco de México de mantener la tasa de interés de referencia sin cambios. Esto provoca que el costo de los créditos se encarezca, en específico el crédito al consumo, para buscar con ello una moderación en la evolución del índice general de precios, comentó Magaña Rodríguez.
Al mismo tiempo, se ha registrado una moderación en el consumo interno, que provoca una situación de sobreoferta de mercancías circulando en el mercado nacional y las abarata, sin embargo esta reducción en el consumo también tiene efectos en el crecimiento económico, coincidieron los analistas.
¿Cómo actuar ante la situación económica que enfrenta el país?
Para revertir el estado de desaceleración económica que enfrenta el país y al mismo tiempo conservar estabilidad en las variables monetarias es importante que la política pública atienda los focos rojos, como lo es el nivel de desempleo -que ha incrementado durante el 2019- y el nivel de actividad económica en términos del consumo empresarial y de los hogares, concluyó Basilio Morales.
Vía El Economista