Las Zonas Económicas Especiales (ZEE) son la apuesta del gobierno federal para acabar con la marginación de las regiones más pobres del país y crear los nuevos espacios de desarrollo económico en México, pero no se encuentra exentas de riesgos.
Las Zonas Económicas Especiales (ZEE) son como un auto deportivo listo para correr en los próximos años. Así las visualiza Gerardo Gutiérrez Candiani, el encargado del proyecto más ambicioso para rescatar e industrializar a las regiones más pobres del país.
Sin embargo, el auto deportivo necesita un camino por donde correr. El principal reto que enfrentan las ZEE radica en el desarrollo de infraestructura en los nuevos polos económicos, lo que requiere de la participación de la próxima administración federal y el sector privado. Un reto que parece más complejo de lo que parece.
“El desarrollo de la infraestructura es una condición necesaria, es decir, es obligatorio tener mejor infraestructura en la parte de las ZEE que se desean desarrollar, para que tengan éxito”, advierte José Luis de la Cruz, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (Idic).
El académico argumenta que un 60% de las carreteras en el sur-sureste no se encuentran pavimentadas.
La infraestructura necesaria se traduce en carreteras, desarrollo de vías férreas y la modernización de los puertos. Asimismo, se requiere mayor infraestructura de comunicaciones, generación y distribución de energía eléctrica.
Tan solo la infraestructura carretera y ferroviaria requerirá inversiones que van desde los 150,000 y los 200,000 millones de pesos, para modernizar las regiones que comprenden las ZEE, de acuerdo con cálculos del Idic.
Las ZEE son áreas delimitadas geográficamente en donde se ofrecen condiciones de negocio que intentan detonar las inversiones, como son beneficios fiscales, régimen aduanero especial, infraestructura competitiva y programas de apoyo. En la actualidad, existen 7 zonas designadas por el gobierno: Tabasco; Campeche; Lázaro Cárdenas-La Unión, en Michoacán y Guerrero; Coatzacoalcos, en Veracruz; Salina Cruz, en Oaxaca; Puerto Chiapas, en Chiapas; y Progreso, en Yucatán.
El desarrollo de Infraestructura es fundamental para las ZEE. “Necesitamos hacer un esfuerzo con el Estado mexicano para la infraestructura”, dice Gutiérrez Candiani.
Infraestructura y capital humano son los elementos de la ecuación que harán la diferencia en las regiones que se intentan impulsar.
La AFDZEE se encarga de incentivar la inversión gubernamental y privada. Las licitaciones traerán consigo el desarrollo de parques industriales, como es el caso de las empresas ancla, pero la inversión en caminos y puertos dependerá del gobierno.
Al principio, el Estado esperaba una inversión a 15 años por un monto de 36,000 millones de dólares (mdd), pero la suma de las últimas zonas incrementa el monto a cantidades superiores a los 50,000 mdd y la generación de 270,000 empleos.
Para Gerardo Gutiérrez Candiani ha concluido la primera etapa en la historia de las ZEE y está a punto de tomar el segundo aire en su encargo.
El cierre simbólico de la primera etapa fue el convenio con las universidades para generar talento capacitado dirigido a las zonas más hambrientas de desarrollo económico. “Esa pieza es fundamental, ya que si no tenemos el capital humano capacitado y preparado, al final, las Zonas Económicas no alcanzarán el potencial”, asegura.
Esta es la apuesta del gobierno federal para acabar con la marginación de las regiones más pobres del país y crear los nuevos espacios de desarrollo económico en México. Garantizar condiciones para que no exista corrupción y se generen las inversiones es el otro reto de peso para las ZEE.
El 30 de junio de 2016, se publicó en el Diario Oficial de la Federación el Reglamento de la Ley Federal de Zonas Económicas Especiales, así como el Decreto que creó la AFDZEE. Casi un mes después, el presidente Enrique Peña Nieto nombró a Gerardo Gutiérrez Candiani como su encargado.
Gerardo observa dos países en México: uno competitivo en el norte y otro en el sur sureste con problemas sociales y económicos.
“Fue mucho trabajo de picar piedra”, dice el empresario, quien está seguro de que el proyecto que ha conducido en los últimos dos años era necesario para romper la inercia de costosos programas sociales orientados a paliar la pobreza.
El planteamiento de las ZEE fue una forma de romper paradigmas establecidos y definir nuevos conceptos para atraer la inversión de una forma distinta a la del pasado.
El gran logro fue aterrizar un concepto que era ajeno para población mexicana, como lo son las ZEE. Lo siguiente fue definir territorios y un paquete de incentivos para despertar a las regiones más olvidadas del país, así como el establecimiento de una ventanilla única, la homologación de leyes, convenios de coordinación con los tres órdenes de gobierno y la participación de la sociedad.
En 20 o 30 años, la consolidación de las ZEE habrá cambiado la realidad del sur-sureste muy diferente.
Los viajes de el titular de la AFDZEE a otros países se han centrado en conocer las mejores experiencias, la evolución de las zonas, con énfasis en tomar las mejores prácticas para adaptarlas al contexto mexicano, y la atracción de inversiones.
Los criterios atenderán al tamaño de las empresas, su capacidad de inversión, el compromiso para desarrollar capital humano, desarrollo tecnológico y de proveeduría.
Por ahora, cerca de 13 empresas se encuentran interesadas en participar como anclas, con capacidad de inversión total por hasta 7,000 mdd, monto que puede crecer o disminuir de acuerdo con los criterios que se fijen.
Las vocaciones de las ZEE se enfocan hacia actividades naturales, aunque cada una tiene variaciones. Industrias de Asia, Europa, Latinoamérica, Estados Unidos e India han volteado a ver a México y las regiones que se desean impulsar.
“Hay una buena mezcla de varias regiones del mundo”, asegura Gerardo Gutiérrez.
Un año complicado
El funcionario reconoce que México vive un año complicado por las elecciones que definirán al próximo presidente del país y la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
“Estamos en un proceso de coyuntura complicada para México y después de que termine nos va a ayudar a poder acelerar el paso”, dice el también empresario.
Los planes a largo plazo deben ir dirigidos a que las ZEE se conviertan en el espacio en donde se genere la cuarta revolución industrial por el impulso a la innovación y a la tecnología.
El cambio de administración es un reto importante para el gobierno y las zonas que ha elegido desarrollas económicamente.
“Hay una deuda histórica con el sur-sureste y debemos tener un desarrollo de infraestructura productiva que nos permita generar las inversiones. Yo creo que cualquier gobierno que llegue va a tener la misma deuda que se tiene y va a tener que apostarle”, asegura Gutiérrez Candiani.
El blindaje de las ZEE reside en su sustento legal, pero también en su vocación social.
Lucha contra la corrupción
La inversión productiva en las ZEE deberá tener énfasis en manufactura, para acabar con el aislamiento que ha tenido históricamente con las cadenas productivas nacionales e internacionales.
Los recursos de las regiones beneficiadas por el gobierno tienen recursos naturales vastos, que van desde energéticos hasta agrícolas.
La transformación de las zonas requiere el reforzamiento de los niveles educativos medio y superior, además de la formación técnica y de ingenierías, para dar el valor agregado a las materias primas que hoy no se procesan en esos estados.
“El perfil no solo debe ser maquilador, sino transformador”, dice de la Cruz Gallegos.
El horizonte que se ha puesto la autoridad en el largo plazo es positivo y necesario para el desarrollo de las ZEE. “En el corto plazo debe darse un esfuerzo mayor para el desarrollo de infraestructura”, dice el también académico del Tec de Monterrey.
Algunas zonas requerirán más de inversiones gubernamentales en un inicio, mientras que las zonas más rentables verán la participación de mecanismos de inversión privada, como pueden ser los Fideicomisos de Infraestructura y Bienes Raíces (Fibras) en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV).
Vía Alto Nivel