Las economías más grandes del mundo dieron un gran paso adelante para acordar una revisión de las normas fiscales corporativas globales que, según los expertos, sería la más significativa en más de un siglo.
Los ministros de Finanzas del G20 discutieron el fin de semana pasado un plan desarrollado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) durante una reunión en Japón. La propuesta está diseñada pensando en las empresas digitales, pero también tiene implicaciones importantes para las multinacionales tradicionales.
“Celebramos el progreso reciente en la solución de los desafíos tributarios que surgen de la digitalización y respaldamos el ambicioso programa de trabajo que consiste en un enfoque de dos pilares”, dijeron los ministros en un comunicado.
“Redoblaremos nuestros esfuerzos por una solución basada en el consenso con un informe final para 2020”.
El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Steven Mnuchin, quien habló antes en la reunión, dijo que había un amplio apoyo para el plan, pero que se necesitaba más trabajo.
“Parece que tenemos un fuerte consenso, por lo que ahora simplemente necesitamos tomar el consenso que existe aquí y abordar los aspectos técnicos de cómo convertir esto en un acuerdo”, dijo.
La revisión busca abordar las deficiencias en la tributación global a través de dos vías principales. La primera es un marco que ayudaría a resolver las dudas sobre cuándo se debe pagar impuestos y si se debe cobrar en el sitio en que se ubican los compradores o vendedores.
La segunda aseguraría que las empresas multinacionales paguen un nivel mínimo de impuestos, lo que desalentará el traslado de las ganancias a países con niveles impositivos más bajos. Si una empresa paga menos que el mínimo, los países donde opera podrían exigir más impuestos.
Los cambios en ambas áreas ayudarían a modernizar la infraestructura fiscal global. Pascal Saint-Amans, director del Centro de Política y Administración Tributaria de la OCDE, dijo que se necesita una revisión debido a que Internet ha cambiado la forma en que se realiza el comercio.
En los años transcurridos desde la crisis financiera mundial, se ha desatado la ira pública en contra de compañías como Amazon y Apple, que a menudo son acusadas de eludir impuestos mediante la toma de residencia en países con tasas más bajas.
Cambiar las reglas fiscales es un medio para que los países capten más ingresos. Saint-Amans utilizó el ejemplo de Netflix, que tiene su sede en Estados Unidos, pero que tiene millones de clientes en otros países.
“[A Netflix], ¿cuánto impuesto se le asigna, por ejemplo, en Reino Unido? Si no tiene una presencia física en Reino Unido, casi no habrá nada gravable… porque la propiedad intelectual está en Estados Unidos o en otra parte”, dijo. “Esa es la frustración”.
Todavía hay un largo camino por recorrer antes de que se implementen los cambios.
Incluso si los ministros de Finanzas llegan a un consenso, lo más pronto que los presidentes y primeros ministros podrían firmar una reforma es en 2020. Se requerirá de una gran cantidad de trabajo técnico, lo que significa que es probable que las empresas no vean ningún cambio durante varios años.
“El plan de trabajo consiste esencialmente en dos o tres ideas diferentes que, por el momento, no tienen un apoyo abrumador, ninguna de ellas”, dijo William Morris, subdirector de política fiscal global de PricewaterhouseCoopers.
Los beneficios de hacerlo global
Sin embargo, existen incentivos poderosos para que tanto las empresas como los gobiernos trabajen hacia un nuevo marco fiscal global. Si eso no sucede, Morris dijo que cada país individual implementaría sus propias reglas y se crearía un sistema de regulación hecho de retazos que sería “terrible” para el comercio y la inversión.
El ministro de Finanzas de Reino Unido, Philip Hammond, dijo en un tuit antes de la reunión del G20 —la cual tuvo representantes de las economías más poderosas del mundo— que él planea impulsar cambios en las reglas fiscales globales para que reflejen cómo las empresas digitales crean valor”.
“La economía digital ha traído grandes beneficios, pero se está moviendo a cierto ritmo y las reglas internacionales deben ser actualizadas”, escribió Hammond.
Si no se logra progreso en los cambios globales, varios países, incluido Reino Unido, podrían decidir avanzar con sus propios impuestos.
Gran Bretaña, por ejemplo, quiere un impuesto del 2% sobre las ventas de servicios digitales en Reino Unido a partir de abril de 2020.
“Todos tenemos que esperar que esto funcione. Porque la alternativa es el caos”, dijo Morris. “Esto podría tener un gran impacto en la forma en que se hacen los negocios, podría tener un gran impacto en los países, podría tener un impacto en el crecimiento. Creo que la gente realmente necesita prestar atención a esto”.
El ejemplo de Irlanda
Cualquier nuevo sistema tributario creará ganadores y perdedores.
Irlanda podría ser uno de las más afectados. La economía del país está impulsada por las exportaciones, y podría terminar perdiendo si los países en los que residen los consumidores reciben una mayor proporción de los ingresos fiscales.
Irlanda podría ser uno de las más afectados. La economía del país está impulsada por las exportaciones, y podría terminar perdiendo si los países en los que residen los consumidores reciben una mayor proporción de los ingresos fiscales.
Gerard Brady, economista en jefe del grupo de presión empresarial irlandés IBEC, dijo que ese cambio podría costarle a Irlanda hasta 2,000 millones de dólares al año en recibos de impuestos corporativos.
La mayor amenaza proviene de los planes para establecer un nivel impositivo global mínimo para las grandes empresas.
La tasa impositiva del 12.5% del país ha resultado atractiva para las empresas extranjeras, y Google, Apple y Pfizer tienen una gran presencia en el país.
La Comisión Europea dictaminó en 2016 que Apple había recibido ventajas fiscales injustas por parte de Irlanda. El año pasado, Apple pagó los 13,000 millones de euros (14,700 millones de dólares) que debía, más intereses. (Irlanda ha apelado la sentencia).
Establecer un estándar fiscal global podría disminuir el atractivo de Irlanda. “Eso afectaría nuestra capacidad para utilizar el impuesto como herramienta”, dijo Brady.
Vía Expansión