Con incertidumbre: la nueva forma de invertir en México

Desde que Donald Trump es presidente, la forma de pensar del inversionista es diferente: o se queda de brazos cruzados o invierte en la incertidumbre.

Cautelosos. Así es como están los inversionistas nacionales y extranjeros desde julio del año pasado, cuando Andrés Manuel López Obrador ganó las elecciones presidenciales. “Ahora nos estamos acostumbrando al nuevo gobierno y los inversionistas todavía no se sienten cómodos acerca de la manera en que está funcionando la inversión en el país”, dice Guillermo Olguín, socio director nacional de Asesoría Financiera en Deloitte México.

La cancelación del nuevo aeropuerto en Texcoco y su efecto en el tipo de cambio fue uno de los principales detonadores de esta falta de certidumbre, pero otros eventos también mermaron la confianza de los inversionistas: la cancelación de las zonas económicas especiales, los aranceles de Donald Trump a los productos mexicanos (en los días de incertidumbre se vivió una alta volatilidad en el tipo de cambio), la cancelación de las licitaciones petroleras y las subastas eléctricas, el crecimiento de la deuda soberana y la baja de la calificación soberana de México, debido al incremento de riesgo en las finanzas públicas (derivado del deterioro financiero en Pemex) y a la creciente debilidad económica ante las amenazas y tensiones en materia de comercio exterior.

“La baja en la calificación soberana de México afecta la confianza en el país y eventualmente impactará en las finanzas públicas, porque afecta la tasa de interés, que de por sí ya está alta por el aumento de la deuda soberana. Esto, sin duda, afectará las arcas públicas”, señala el experto.

La buena noticia

Olguín señala que en los últimos siete meses se ha sentido un ambiente de incertidumbre generalizadoy, por eso, los inversionistas piensan mucho más antes de decidir invertir. “En esencia, quieren certidumbre y reglas de juego claras, pero que se demuestre con hechos, no con palabras. Los empresarios quieren certeza jurídica, y si no se da con hechos, las cosas podrían seguir igual”.

Aunque en cada cambio de gobierno hay un poco de incertidumbre, en comparación con el inicio de la administración de Enrique Peña Nieto, la disminución de las inversiones y de las operaciones de fusiones y adquisiciones ahora es más notoria. Y si a esto se le agrega los temas de la migración de los aranceles, la situación es compleja.

La buena noticia es que México sigue siendo muy atractivo para la inversión. El país no ha cambiado: la clase media sigue creciendo, el principal socio comercial sigue siendo Estados Unidos y tenemos tratados de libre comercio con varios países. Si se compara con otros países de Latinoamérica, el país es un mercado apetitoso para el inversionista extranjero. Sin embargo, la gran interrogante es si apostarán por el país durante este sexenio y se irán a otras geografías que les den mayor certeza. De acuerdo con el experto de Deloitte, el único escenario macroeconómico favorable para las inversiones es aquel que dé certidumbre.

En cuanto a estados o regiones más atractivos para la inversión, Olguín señala que Ciudad de México, el Estado de México y Nuevo León siguen ocupando los primeros lugares, aunque el gobierno del presidente López Obrador está apostando por el sureste del país. Y si bien esta inversión será pública, la privada también saldrá beneficiada. “Sin embargo, no importa que algunos estados parezcan más atractivos que otros, porque los inversionistas nos ven como país, no como estados independientes y, al final, el mensaje y los hechos de certidumbre debe provenir del gobierno federal”.

Reglas de juego inciertas

Para el entrevistado, la inseguridad es un tema preocupante que va en aumento, pero por el momento no es determinante en la atracción de inversiones. Deloitte hace una encuesta en la que participan CEO de empresas para identificar los factores que influyen en sus inversiones. Si bien es cierto que los problemas de seguridad pública impactan de manera negativa no determina que los inversionistas inviertan o no en el país. “Claro que es un tema que se debe atender, pero no es una limitante por el momento”. Como firma de servicios profesionales y consultoría, Deloitte atiende a muchos inversionistas extranjeros y todos son conscientes del tema, pero eso no los lleva a tomar la última decisión. Están más preocupados por los temas jurídicos y comerciales.

“Al inversionista le preocupa que el día de mañana le cambien las reglas del juego, que los dividendos se paguen a una tasa de interés distintas, que no puedan repatriar el efectivo a su país, que tengamos problemas comerciales con Estados Unidos. Nuestro país es muy atractivo por el tamaño del mercado y por su proximidad con Estados Unidos, pero si no se les da certidumbre en esto que les preocupa, los inversionistas voltearán a ver a Brasil, a China o países emergentes que les den certidumbre”.

Olguín dice que la afectación del aumento de los aranceles debe analizarse por industria, pues no impacta de la misma manera al sector automotriz que a la agricultura. Además, no hubo claridad en el aumento –si iba a darse o no–. En caso de que ocurra, habría que hacerse un análisis detallado por industria para identificar cuáles serían las más afectadas y qué cambios se darían.

Por último, el gasto público juega un papel muy importante ante la falta de inversión privada. “El gasto público debe compensar la falta de inversión privada. Es algo que ha venido sucediendo durante los primeros meses del sexenio y ha generado un poco de confianza. Sin embargo, si juntas todo (inseguridad, corrupción, falta de inversión extranjera directa, aumento en los aranceles), el panorama es negativo. Pero esta es la realidad; es lo que tenemos y la situación es frágil. El entorno ha cambiado. Desde que Trump asumió la presidencia de Estados Unidos, la forma de pensar del inversionista es diferente. El peso se depreció y nadie quería invertir, pero el inversionista no podía quedarse con los brazos cruzados, así que aprendió a invertir, a operar y a hacer fusiones y adquisiciones con cierto grado de incertidumbre. Es la nueva forma de hacer negocios hoy en día. Esperemos que no lo sea a largo plazo”.

Vía Alto Nivel


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