Las personas suelen relegar una reflexión seria sobre su vejez hasta muy tarde en su vida productiva.
Según los expertos, todos los seres humanos tomamos decisiones plagadas de sesgos, emociones y problemas de autocontrol que marcan nuestras acciones cotidianas y alteran las decisiones y provocan distorsiones e inexactitudes que conducen a que éstas puedan tornarse irracionales.
La Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar) explicó que la existencia de estas consideraciones psicológicas y otras barreras socioculturales dificultan que abordemos el tema de nuestra vejez y de ahorro para el retiro con la responsabilidad necesaria a fin de preocuparnos por un futuro mejor.
En su momento, María José Roa, investigadora del Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos, explicó que la mayoría de personas tiene que enfrentarse a decisiones financieras, las cuales suelen ser muy complejas. Asimismo, refirió que un gran porcentaje tiene una racionalidad limitada, es decir, tenemos ciertos sesgos cognitivos que hacen que sea imposible procesar toda la información que nos brindan las instituciones financieras.
Por lo anterior, la Consar enumeró las barreras y sesgos cognitivos más comunes que influyen en la conducta de los ahorradores de todo el mundo para poder conocerlos y tratar de contrarrestarlos.
En qué momentos aparecen
“Para hacerlo, segmentamos en cinco los momentos en los que el ahorrador del Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR) debe tomar decisiones asociadas a su ahorro y bienestar: comenzar a pensar en el retiro, elegir administradora de fondo para el retiro (afore), ahorrar más, invertir los recursos y el momento del retiro”, dijo.
En el primer momento, las personas suelen relegar una reflexión seria sobre el retiro hasta muy tarde en su vida productiva, lo anterior se debe principalmente al sesgo hiperbólico o del momento actual. Los seres humanos preferimos la gratificación inmediata que la de largo plazo, aunque la segunda pueda tener mayor valor.
Pensar y planear nuestro retiro suele ser una tarea desagradable o incluso difícil para algunos y, según los expertos, hacerlo en ocasiones puede sacar a relucir emociones negativas.
También se encuentra el sesgo efecto avestruz, el cual consiste en negar o evadir los temas que nos resultan desagradables o negativos, lo que nos conduce a la inercia y a la procrastinación (posponer tomar decisiones).
La elección de una afore también se ve afectada por ciertos sesgos: el primero es el llamado conservador, éste ocasiona que los ahorradores se inclinen por la que requiere menor esfuerzo y dejan de lado si la administradora ofrece buenos rendimientos, es más cara o brinda mejores o peores servicios.
“El sesgo de autoridad nos hace creer ciegamente la información que proviene de una fuente de aparente autoridad (en este caso, pueden ser los agentes promotores o el patrón). Por economizar esfuerzo, preferimos aceptar la información que reflexionarla, lo cual también está relacionado con el sesgo de conformidad, que nos lleva a creer sólo en información que confirma nuestra apreciación previa”, explicó la dependencia.
El nivel de ahorro que ingresa a la cuenta individual de los trabajadores mexicanos es una de las más bajas del mundo. Diversos estudios han advertido que, dados los bajos niveles de aportación, la tasa de remplazo equivaldrá, en promedio, a un nivel cercano a 30% del salario actual de los ahorradores. De ahí la importancia de elevar el nivel de ahorro voluntario.
El sesgo de inclinación a la negatividad, en el cual damos más peso a las creencias y hechos negativos que a los positivos como “¿para qué ahorrar si el dinero no me lo terminarán entregando?” o “¿para qué ahorrar si las pérdidas serán más grandes que las ganancias?” afecta significativamente el ahorro voluntario.
“Existe otra etapa fundamental dentro del proceso de ahorro para el retiro del SAR que tiene que ver con la inversión. Los ahorradores delegan en las afores la tarea de invertir los recursos considerando que son expertos en el tema, mientras la inmensa mayoría de los ahorradores no lo es (…) Por otra parte, los ahorradores pueden cambiar de siefore buscando un mayor retorno en el tiempo, si bien pocos ahorradores aprovechan esta posibilidad”, refirió la Consar.
Dentro de este proceso, el sesgo de la sobrecarga de elección aparece cuando a las personas se les ofrecen muchas alternativas, suelen sentirse confundidos y muchas veces desisten de poner atención a su elección o elegir la opción que les resulte el menor esfuerzo posible.
También aparece el sesgo de “exceso de confianza, éste nos lleva a asumir que tenemos más conocimiento o información que el resto y que, por ello, tomaremos mejores decisiones”.
Por último, al momento de retirar nuestros recursos, aparecen otras consideraciones psicológicas que afectan las decisiones de los trabajadores.
“El sesgo de exceso de confianza hace pensar a muchos ahorradores que es mejor recibir al momento del retiro el ahorro acumulado en toda una vida productiva en una sola exhibición —en lugar de recibir una renta vitalicia—”, dado que se piensa que seremos mejores administradores del dinero. Sin embargo, la evidencia global al respecto muestra que somos malos administradores y que, con alta probabilidad, agotaremos nuestro ahorro mucho antes de lo que imaginamos.
La Consar indicó que modificar los sesgos cognitivos de las personas en torno al concepto de ahorro para el retiro exige una amplia gama de acciones dirigidas a vencer los múltiples obstáculos mentales y de comportamiento a los que nos enfrentamos para ahorrar.
Vía EL ECONOMISTA
El 06-06-18