De la industria del petróleo, que antes era la más próspera de Latinoamérica, solo quedan proyectos inconclusos, infraestructura clausurada y bajos salarios.
La industria petrolera de Venezuela está en crisis. Lo que una vez fue la columna vertebral de la nación más próspera de Latinoamérica es ahora una constelación de proyectos deteriorados, infraestructura clausurada y quietud vacía.
Los trabajadores, que hace años gozaban de algunos de los mejores beneficios entre los empleados públicos y privados de Venezuela, pagaron el precio más alto por la espiral de su país hacia la hiperinflación. Sus salarios tienen ahora un valor de solo un puñado de dólares.
La pequeña ciudad del noreste de Punta de Mata, en el estado de Monagas, solía ser el corazón de la industria. Ahora es un microcosmos de la crisis de la nación.
“Cuando comenzamos a trabajar en 2005, había varios pozos funcionando. Ahora raramente se ven trabajando cinco o seis pozos, al menos en esta área”, dice José Luis Ramírez, operador en uno de los pozos. La petrolera china CNPC opera como parte de una empresa conjunta con la petrolera estatal venezolana, Petróleos de Venezuela o PDVSA.
Ramírez, hablando en voz baja, detalló su lucha diaria para llegar a fin de mes.
“Tenemos que vender nuestros pantalones para vivir. Las botas, los guantes, cada vez que recibimos el kit, cada pocos meses, tenemos que venderlo para comprar comida”, dijo Ramírez.
La mayoría de sus colegas, demasiado asustados para meterse en problemas o perder sus trabajos si hablan, prefirieron no hablar con CNN.
“Una arepa con solo mantequilla es mejor que una arepa sin nada”, dijo Ramírez, refiriéndose a los omnipresentes bocadillos de maíz que son los alimentos básicos de Venezuela.
“A veces lloro solo, porque no puedo darles a mis hijos lo que están pidiendo”, agregó el petrolero.
Solo las entidades seleccionadas pueden intercambiar bolívares a la tasa privilegiada del gobierno. La mayoría de los intercambios operan con la tasa del dólar en el mercado negro, que es ilegal, pero se usa comúnmente en todo el país.
A principios de noviembre de 2017, un dólar compraría 50,000 bolívares en el mercado negro. Hoy, la tasa está entre 650,000 y 800,000 bolívares.
A pesar de que el gobierno ha incrementado repetidamente el salario mínimo mensual, éste no puede mantenerse al ritmo de la inflación, lo que hace que aumente el precio de los alimentos.
El valor de un salario se ha colapsado.
Para complementar su ingreso, el trabajador petrolero se desempeña como taxista en las calles semidesiertas de Punta de Mata. Cuando comenzó hace 10 años tenía un salario decente como petrolero, pero gradualmente su ingreso se volvió cada vez más dependiente de su segundo trabajo. Como taxista, puede establecer los precios de acuerdo con la inflación, mientras que su salario fijo trabajando en los pozos de petróleo permanece igual.
La petrolera venezolana, PDVSA, solía ser la principal fuente de ingresos del exterior para el gobierno. Cuando el crudo se comercializaba a más de 100 dólares por galón, las ganancias de la compañía se contabilizaron en miles de millones, de acuerdo con informes de la compañía.
Ahora, PDVSA apenas puede mantenerse a flote, obligada a importar crudo ligero de Estados Unidos para diluir el crudo pesado que perfora en Venezuela.
La producción de crudo ha estado cayendo durante los últimos 25 meses, según muestran las cifras de la OPEP. En abril, la vecina Colombia superó a Venezuela como exportador neto de petróleo a Estados Unidos.
Venezuela ahora produce casi la mitad del petróleo que, a fines de la década de 1990, cuando el fallecido presidente Hugo Chávez ascendió al poder y lanzó su “Revolución Bolivariana”.
“PDVSA se ha roto por falta de inversión, falta de mantenimiento en todos sus procesos, durante años. Ahora, la crisis se está profundizando cada día”, dijo José Bodas, líder sindical de una refinería de PDVSA en la costa norte de Puerto La Cruz.
“La capacidad es de 187,000 barriles por día, pero en realidad la refinación es solo de 30,000 barriles por día, solo en la primera planta. La segunda planta contiene 60,000 barriles por día, pero no están refinados. Esta refinería no vende productos refinados, vende materia prima “, dijo Bodas, citando las cifras de producción en su refinería para mostrar las dimensiones de la crisis. Bodas sugirió que el petróleo exportado desde la refinería de Puerto La Cruz tendría que ser refinado en otras refinerías antes de estar listo para ser utilizado.
Las cifras de producción de las instalaciones de PDVSA no son públicas y la empresa no respondió varias solicitudes de comentarios sobre esta historia.
Los números que cuentan la tragedia de la crisis venezolana son comparables a los de una guerra civil o una invasión extranjera.
La producción petrolera iraquí se derrumbó a cero en marzo y abril de 2003 tras la invasión encabezada por Estados Unidos, pero en enero de 2004, ya había alcanzado los niveles anteriores a la guerra. La producción de Venezuela, en cambio, se está colapsando lentamente. El país perdió aproximadamente 1 millón de barriles por día en los últimos dos años, según cifras de la OPEP y Standard & Poor’s.
Atrapados entre un salario inútil y el temor de ser lastimados, muchos de los petroleros se han estado preguntando por qué todavía están aguantando.
“Lo único de lo que me siento orgulloso de ser un petrolero”, dijo el trabajador, “es el seguro de salud. Nada más”.
Vía Expansión