Aquí vamos de nuevo, que ahora sí vamos a bajar de peso; que ahora sí nos levantaremos a las cinco de la mañana a hacer ejercicio.
Aquí vamos de nuevo, que ahora sí vamos a bajar de peso; que ahora sí nos levantaremos a las cinco de la mañana a hacer ejercicio; que ahora sí pagaremos el gimnasio para que, aunque nos dé flojera, el hecho de pagar nos obligue a asistir; que ahora sí ahorraremos, que ahora sí haremos nuestro fondo de emergencia.
En fin, parece que la historia se repite, y se repite, y se repite, porque cada año planeamos, prometemos y comenzamos algo. Pero para estas alturas nos hemos olvidado de la mayoría de nuestros propósitos, y eso si es que no los olvidamos desde la primera semana de enero.
¿Qué pasa con nosotros? ¿Cuál es la razón por la que no cumplimos eso, que todos sabemos que necesitamos, pero que vamos dejando en el camino de todos los años?
Sin duda, lo primero que debilita esos propósitos es nuestra falta de constancia, y es que un hábito no sé da por arte de magia, como todo en la vida hay que trabajarlo.
Muchos expertos dicen que un hábito se alcanza después de 21 días, es decir, hay que trabajar a lo largo de esos 21 días para que al final de ellos hagas esa actividad de manera mecánica.
En el ámbito financiero, que es el que aquí nos atañe, generar el hábito del ahorro requiere de esa constancia, pero también de eliminar todos los obstáculos con los que te encontrarás para no cumplirlo al pie de la letra.
Que si no te alcanza, que si lo que te sobre es lo que vas a ahorrar, que si se presentó una emergencia, en todos esos casos el ahorro es la salvación, pero debes saber que siempre habrá algo que amenace tu ahorro y tu hábito para construirlo.
La primera muralla que debes poner para que nada llegue a él, es nombre y apellido de ese ahorro pues cuando sabes para qué está destinado, cuando tu meta es clara, será más difícil que ante cualquier cosa que se presente tengas la tentación de gastarlo u ocuparlo.
Además de ello, siempre creemos que si no ahorramos a lo grande entonces no cuenta, esperamos y esperamos a tener grandes cantidades, a ser millonarios para lograr ahorrar, evidentemente nunca tenemos esos millones, ni ese extra, ni nada que se le parezca.
No es el monto lo que importa, es el hábito que vas generando, y cuando por fin lo logres, podrás pensar en aumentarlo de tajo o de manera gradual, como mejor te convenga.
Se habla mucho de porcentajes, de cifras, de cuánto de tus ingresos deberías destinar al ahorro, pero yo creo que debe ser una cantidad que se ajuste a tu estilo de vida, con la que te sientas cómodo.
De lo contrario terminarás abandonando el barco, porque es una cifra que se te impuso, que no está pensada en todos tus gastos, y que ciertamente, también puede ser muy grande, así como tus aspiraciones.
Y no es que esté diciendo que no pienses en grande, pero hazlo paso a pasito, recuerda que dicen que más vale paso que dure que trote que canse, y eso también aplica para tus metas y propósitos de año nuevo, incluyendo tu vida financiera.
Vía Dinero en Imagen