Por qué fomentar la producción local e independiente es importante en el mundo actual.
México nunca ha sido una sola nación. Sólo hace falta visitar cualquier rincón entre el Río Bravo y el Usumacinta para comprobar que, a lo largo del espacio constituido como país, coexisten decenas de naciones con un claro sentido de identidad y pertenencia a su comunidad. Por esa razón no es un engaño decir que México es un refugio de cultura e historia, privilegiado por su amplia variedad de recursos, entre los que se encuentra el más importante: los espíritus llenos de alegría y creatividad de sus habitantes. En ese sentido, el valor de lo hecho aquí tiene un sentido superior, demostrado por medio de las colaboraciones simbióticas entre diseñadores y artesanos.
Gandhi, también llamado Mahatma (la gran alma), fundó un ashram —una granja colectiva con 25 discípulos— y tomó como vestido una túnica tejida en casa. “Si esto se pone de moda, las fábricas textiles británicas no obtendrán ni un solo centavo indio”, afirmó el activista pacifista. ¿No es una excelente idea para salir adelante? Evitar el consumo de productos extranjeros ayuda a fortalecer la economía nacional y a hacerle frente a la crisis económica que atraviesa el pueblo.
Sin embargo, se trata de una tarea nada fácil, aunque tampoco es imposible. Lo primordial es tomar las señales de las circunstancias del presente, con las políticas e ideologías del país vecino. Tras un análisis detenido, se hace cada vez más evidente la necesidad de apoyar y fomentar lo que se produce internamente, pues México es fuerte y rico, por lo que no necesita en gran medida productos extranjeros.
Sólo por dar un simple ejemplo, el mango es mucho más económico que un refresco o cualquier antojo hecho de azúcar sintética y colorantes artificiales. Un síntoma generalizado a nivel mundial es la alimentación a base de productos industrializados, cuando claramente la mejor opción, tanto nutritiva como económica, reside en los alimentos menos procesados, que a su vez son menos costosos y más frescos. No es sólo un tema de orgullo nacional, sino que hay grandes beneficios en consumir artículos naturales y buenos para nuestra salud, además de que el dinero permanece en tierra natal.
Puede sonar optimista o utópico en demasía, pues habría que reestructurar varios aspectos de la economía, de los medios de producción, de la educación nutritiva y de los hábitos y aspiraciones de consumo del común denominador del pueblo, que incluye sus patrones de identidad, pero es preciso recordar que México obtuvo el segundo lugar —entre 140 naciones— en el ranking de Happy Planet Index, que mide el bienestar sustentable de cada país. La idea no es cerrar el mercado en un círculo imposible de penetrar por lo global, sino de darle prioridad y valor rentable a lo que se cosecha y produce en la tierra fértil de México.
El Gobierno debe apoyar el consumo interno y procurar que se impulse el mercado local, así como crear, promover y difundir programas sociales para fomentar productos regionales, además de revisar las políticas de cobro de impuestos para productos extranjeros.
El sello mexicano es la excelente calidad de la materia prima con la que el país cuenta, calidad que también comparte créditos con la mano de obra, la inventiva y el estilo propio de productores, creadores e innovadores. Agricultores, manufactureros, artesanos y artistas. Todos tienen mucho que ofrecer al mercado.
Es preciso otorgar el valor y el reconocimiento merecido que tiene lo hecho en el país, sólo así se generará un verdadero cambio y se hará más notable un incremento exponencial en la economía, además de que, por medio de ese proceso, se podrá contar con una mayor cantidad de oportunidades laborales hasta alcanzar una realidad justa en contra de la desigualdad.
Vía Entrepreneur